La Cornucopia, atributo de Hestia, Diosa del Hogar Griego

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martes, 28 de mayo de 2013

Cocinas de la Salud

La Cocina de Hospital 

Que tu alimento sea tu remedio, y tu remedio tu alimento

Hipócrates -Primer fitoterapeuta


Nada es veneno y todo es veneno. La cuestión es sólo la dosis.
Paracelso -Padre de la Medicina y la Farmacia Modernas 


Que tu alimento sea tu remedio…”. Y en verdad, es cierto, ya que la Historia de la Medicina da testimonio de cómo eran tratadas algunas patologías de severo compromiso, como la tuberculosis: antes de la aparición de los antibióticos y las sulfas era de algún modo “curada” con descanso y una dieta especial, rica en proteínas. 

Para los tuberculosos el aire puro también constituía un alimento, y es por eso que los grandes hospitales de Tisiología, en la historia argentina, hayan sido construidos en zonas impolutas, para la época, y de cierta altura sobre el nivel del mar, rodeados de árboles o ubicados dentro de grandes bosques.



Así, en General Rodríguez, provincia de Buenos Aires, la zona más alta del oeste a trescientos metros sobre el nivel del mar, fue construido el Hospital Vicente López y Planes.  En el libro Historia de General Rodríguez del Prof. Dardo Malvino, en una edición del propio autor, 1982, consta que:
En el año 1916, un 3 de mayo, se inaugura el Hospital Vicente López y Planes, de la Sociedad de Beneficencia de la Capital Federal....Este avanzado establecimiento está destinado, en un principio, a la asistencia de mujeres y niños tuberculosos.Llegará a ser uno de los hospitales de tisiología mas importantes del país y de América, visitado por médicos de todo el mundo...

Este Hospital fue emplazado en un terreno de 80 hectáreas de bosque de eucalipto, donde se cultivaban verduras y hortalizas y se criaban animales, los que eran faenados allí. Como organización económica, era auto sustentable. 

El Hospital Vicente López y Planes estaba dedicado, por ese entonces, década del 30 y del 40 del siglo XX, al tratamiento de pacientes tuberculosos, además de sifilíticos, y contaba con un pabellón de “niños y niñas débiles”, eufemismo que designaba a los portadores de “primus infection”, hijos, en muchos casos, de los internados.

Hospital Vicente López y Planes
En ese hospital nacional, mi abuelo paterno, César Rodríguez Pardo, panadero de profesión en España, fue su jefe de cocina, aunque todos mis abuelos trabajaron allí, uno en la portería, y mis abuelas como lavanderas.

Parecerá una frase poco feliz, ya que  sería dable que los hospitales estuvieran vacíos,  pero éste, en su período de mayor esplendor sanitario, llegó a albergar a mil enfermos. Así se cocinaban, a partir de las ocho de la mañana, mil bifes, mil huevos, mil porciones de sopas y colaciones diversas, mil porciones de postres, y varios miles de panes. Y esto sólo era para el almuerzo. La dieta general se basaba en un desayuno, a las ocho de la mañana, una colación a las diez, el almuerzo a las doce del mediodía, merienda a las dieciséis horas, y cena a las diecinueve treinta. La preparación de cada una de las comidas y colaciones entre ellas, se realizaban con cuatro horas de anticipación.
Las jornadas de trabajo eran de doce horas y los francos cada quince días. 
Una inmensa cocina francesa, con una plancha de cinco metros cuadrados, y diez  fogones, albergó la vida cotidiana, entre humos, vapores y fuegos incesantes, de todos los trabajadores de aquella usina que proveía el mejor remedio de la época: la comida.

Del libro de cocina, La Cocinera Criolla, por Marta, Barcelona, 1914, y de su capítulo Recetario Curativo, estas preparaciones especiales para enfermos.

El por qué de los Caldos

Los caldos son preparaciones acuosas sumamente ligeras, de fácil digestión, de las que se suponía debían contener la mayor  cantidad de nutrientes posibles. Hoy se han reemplazado estos caldos, por dar demasiada saciedad y no contener demasiados nutrientes. Pero veamos el concepto que tenían hace ya un siglo.

Caldo para enfermos graves: En una olla  mediana se echa agua hasta la mitad, se le pone un pollo tierno, media cebolla, sal y un poco de perejil; a medida que hierve se lo va espumando y se sirve cuando el agua se ha reducido a la tercera parte.

Caldo fortificante para convalecientes: Se disponen en una cazuela dos litros de agua. Cuando está tibia se le echa un cuarto de gallina, un trozo de carne de vaca, de lomo o de pecho, un puñado de garbanzos, una cebolla blanca y un tomate entero. Se espuma el caldo a medida que hierve. Cuando todo está bien cocido, se aparta  la carne, la cebolla, los garbanzos y la gallina. Todo será procesado o triturado  con un trozo de pan remojado en el caldo. Una vez realizado esto se lo vuelve a poner en el caldo y se lo deja hervir por diez minutos y se cuela y se lo conserva en la heladera. Sólo debe calentarse la cantidad que va a servirse al enfermo.

Caldo de hierbas para enfermos: Dos zanahorias, dos puerros, cuatro hojas de lechuga, ocho de acedera, dos litros de agua, una cucharada de manteca y dos o tres tallos de perifollo, o perejil en su defecto. Se deja hervir unos quince minutos, se pasa por un colador y se sirve tibio.

Caldo de pollo: Se disponen en una cacerola  con un litro y medio de agua con sal llevada a hervor medio kilo de lomo o pulpa, medio pollo, una cebolla, un ramito de perejil, un puñado de garbanzos. Cuando los garbanzos y el pollo están tiernos se los retira y se los procesa –al pollo con huesos incluidos- para luego volverlos al caldo, dejándolos hervir unos minutos más.  Se lo guarda así en la heladera. Sólo para servirlo se lo cuela y entibia.


Sopa de Espinacas o Acelgas: Se sancochan dos atados de espinadas o un atado de acelgas –sólo las hojas-. Aparte se rehogan dos cucharadas de manteca y dos de harina. Se añaden las acelgas o las espinacas y se agrega un litro de leche, sal, una hoja de laurel y perejil. Antes que la preparación sea  colocada en la sopera  se habrán batido dos yemas de huevo en ella.

Otra variante más moderna y acorde al uso de la licuadora o la procesadora –con las que mi abuelo no contaba- es procesar o licuar en crudo con un poco de la leche las hojas verdes y luego volcarlas al rehogado.

Preparaciones a base de carnes:


Jugo de carne: Se toma un trozo de carne de pulpa sin grasa, se lo corta en forma de bifes y se los pone cinco minutos, vuelta y vuelta, en una plancha caliente. Luego se los procesa y se los filtra.   Se coloca este zumo en baño de maría sin que hierva. No se le adiciona sal.

Bifes para enfermos: se procesa medio kilo de lomo al que luego se le añade sal y un huevo. Se unen bien y se le da forma de bife. En una sartén caliente y enmantecada se lo cocina, vuelta y vuelta. Con un poco de caldo se levanta el fondo de cocción con el que se rociará el bife.

Milanesas para enfermos: se procede como con el Bife, a excepción de agregar a la pasta de carne miga de pan remojada en leche. Esta milanesa se apanará con avena arrollada extrafina y se la cocinará en plancha  enmantecada muy caliente vuelta y vuelta.

Puchero de Bola: Se pica carne de lomo o pulpa y se condimenta con sal, pimienta y nuez moscada. Se hace una bola, se la envuelve en harina y se la pone a cocer en agua y sal. Cuando haya hervido un poco se le ponen papas, zapallo, batata, choclos, perejil, y por último, un poco de arroz. Se toma el caldo aparte y la carne se corta en rebanadas.

Gelatina de Pollo: Se lava un pollo tierno, es decir, mediano o chico.  Se lo machaca bien en un mortero de mármol, con huesos inclusive. Puede procesarse en máquina. Luego se lo coloca en una cacerola bien tapada a Baño de María durante seis horas. Se debe evitar la evaporación de los jugos y líquidos. Al retirarlo se lo cuela a través de una muselina o gasa de algodón, apretándolo bien para soltar todos los jugos. Luego se enfría  en moldes con algunas verduras ralladas y hervidas, como zanahoria, papas, apios, etc.

Gelatina Salteña:  En abundante agua se hierven huesos grandes de vaca y una gallina gorda. Cuando todo está bien cocido, que se desprenda la carne de los huesos, se cuela y se le saca muy bien la grasa de la superficie. Se lo enfría y se vuelve a retirar la grasa acumulada endurecida.
Se vuelve el líquido al fuego y se le añade un litro de vino blanco bueno, unas ramas de canela, ocho clavos de olor, el zumo de un limón y un kilo y medio de azúcar. Cuando haya tomado el gusto de la canela se le agregan una docena y media de claras batidas a nieve y media docena de yemas a medio batir. Se mezcla y se deja al punto de romper hervor. En caliente se hecha la preparación  dentro de un filtro de tela de algodón y se deja filtrar la gelatina transparente y clara. Según la receta se llenan copas de champagne y se deja enfriar.


Gelatina para enfermos: Se cuecen un par de kilos de huesos de vaca, hasta que se desprenda la carne del mismo. Se cuela el caldo y cuando está frío se le retira la grasa superficial. Se pone a hervir nuevamente con un kilo de azúcar, el jugo de seis limones y diez huevos partidos con las cáscaras. Se deja en el fuego hasta que el huevo esté bien cortado. Se retira y se le agrega un vaso de vino Jerez. Todo se cuela, varias veces, en paño de algodón limpio, hasta que el líquido queda transparente. 

Pescado para enfermos: Se cuece en agua con sal y un ramo aromático un pescado de carne blanca, en especial, un pejerrey. Se lo sirve como en una sopa acompañado de unas papas cocidas y rebanadas de limón.


Albóndigas de Pollo: Se pican o procesan dos pechugas de pollo, a las que se les agrega pan rallado, un huevo entero, sal y pimienta. Se las cuece por cucharadas en un poco de caldo con manteca. Se las acompaña con fideos o arroz blanco.

Pollo al jugo de uva: Se disponen algunas presas de pollo sin la piel y se las dora con una cucharada de manteca, sal y perejil. Luego se cubre con jugo de uva (se hace exprimiendo y tamizando las uvas). Se termina de cocinar a fuego muy lento hasta que reduce la salsa.

Algo más para divertirse mientras uno se cura.

Budín de Zanahoria: Se ralla un kilo de zanahorias y se cuecen, haciendo con ellas un puré. Se le agrega al mimo salsa blanca, dos huevos, sal, azúcar y queso fresco parmesano. Se coloca en una budinera, untada con manteca y pan rallado y se lo lleva a horno en Baño de María hasta que esté cocido.

Este budín puede hacerse, también,  con calabaza, batata y algo de papas. 
A los preparados con espinacas  se les suple la salsa blanca por seso hervido y condimentado. 
La cocción es en la misma forma.

Los postres curapupas

Leche vegetal para enfermos: se hierven en  agua partes iguales de trigo, cebada, arroz y avena. Cuando están cocidos se cuela el liquido resultante  y se le agrega azúcar al paladar. Se lo bebe tibio con algo de canela.

Crema para enfermos: En medio litro de leche se disuelven dos cucharadas de chuño y tres cucharadas de azúcar. Se lleva  a hervor hasta que espesa. Se lo coloca en una fuente plana y cuando está fría se la espolvorea con azúcar que será quemada con un hierro caliente.

Torrijas de Sémola: Se  pone a cocer en leche la sémola con un poco de azúcar. Cuando espesa se la retira y  extiende en una plancha de mármol. Se la corta en cuadraditos, que se pasarán por huevo y pan rallado y se fríen en manteca.  Se las espolvorea con azúcar.
Esta preparación puede enriquecerse con pasas de uva o algunas frutas deshidratadas como pelones o manzanas. 
Si no quiere las torrijas, haga un budín, el que desmoldará una vez fría la preparación. Puede bañarse con almíbar de miel, al estilo de algunos postres árabes.

Huevo para enfermos: Se bate una yema con una cucharada de azúcar a punto letra. Aparte se bate la clara a punto nieve. A la yema se le agrega una copita de oporto, Jerez o Coñac. Luego se mezclan las dos preparaciones.

Cocktail de leche: se disponen en una cotelera una copa de leche, dos huevos enteros, una cucharada de coñac, azúcar y canela al paladar. Se bate enérgicamente y se sirve en copas.

Bebida fresca para enfermos: Se cortan tres manzanas en pedazos y se las pone a cocer en un litro de agua durante quince minutos. Se pasa  por un colador  y una vez frío se puede beber. No se le agrega azúcar.

Bebida para convalecientes: Se baten bien seis yemas con medio kilo de azúcar. Se le añade un litro de vino de postre y dos cucharadas de canela molida. Se mezcla bien todo y se toma por copitas. Dos al día. Dura mucho tiempo.



miércoles, 22 de mayo de 2013

La Fiesta de Babette II. El plato fuerte.

Un manjar controversial por donde se lo mire

Codornices en Sarcófago rellenas de foie gras con salsa de trufas

Las Codornices

He aquí un verdadero manjar controversial. Primero por esas pequeñas aves -miden entre 16 y 20 cm- tan graciosas, correteando en el bosque, casi imposibilitadas de volar, con sus crías, mas pequeñitas aún, en formación de fila india y veloces en la huida, y si no lo logran, esconden su cabecita bajo sus alas, creyendo anular a su enemigo o depredador. Donde vivo, en el medio del bosque, las veo y me despiertan una gran ternura. Al contrario de los conejos salvajes, depredadores de todo lo que plante, para comer o para ornamentación. Han tenido especial degustación de mis tulipanes, arrasándolos hasta sus bulbos.
No obstante mi aprehensión por la ternura que despiertan, es un gran platillo su carne delicada, y toda la gastronomía le ha hecho honor. Como Laura Esquivel, quién ofrece la receta de sus Codornices en Salsa de Pétalos de Rosa, consagrada en su novela Como agua para chocolate, de efectos afrodisíacos extremos al punto de desnudarse la hermana de la protagonista, y montar en pelo a un caballo, y salir campo traviesa.
Digo que es controversial porque mucha gente no se comería un pajarito, aunque tengamos el platillo de Polenta con Pajaritos y algunos otros.
En fín, este es un blog de cocina y no me andaré con remilgos. Pero basta la mención de poder comer estas criaturitas de Dios merced al trabajo que hacen otros. Estamos lejos de los lugares de la matanza.

El foies gras

Es el hígado hipertrofiado de los gansos, sometidos a una sobrealimentación, a base de maíz.
Se utilizan estas aves por su capacidad de no enfermar su hígado con grasa, ya que la utilizan en sus viajes migratorios. Aprovechando esta capacidad especial, la humanidad le ha sacado provecho culinario, desde 25 siglos antes de Cristo a partir de los egipcios.
Como plato gourmet, los romanos se llevan la gloria de haber criado gansos con higos y el Gran Apicio, cuyo tratado de cocina ha llegado a nuestros días, lo contiene en sus recetas. Del ficatum de los romanos, derivado de fegato (hígado en italiano) se desprende la raiz francesa de foie (hígado en francés): foie gras, hígado graso, tal como lo conocemos.

Hemos visto videos de como se los alimenta con un embudo, hecho con suavidad sin que se maltrate al animal. Pero la estética de estas películas nos conmiseran con estos pobres animales, a expensas del gran depredador carnívoro es el hombre. Hasta se han creado organizaciones de defensa de los derechos de los gansos, para luchar contra esta práctica que consideran deshumanizada y propia de salvajes.

Sólo se consigue un excelente foies gras tratando con extrema dedicación y ternura a estos animales, incluido su sacrificio. El estres que puedan padecer atenta contra la excelencia de este producto, de su hígado graso.


Hasta aquí, las controversias del platillo...y no fue mi intención desanimarlos...

LA ESTRELLA DEL PLATILLO, EL SARCÓFAGO DE HOJALDRE

El sarcófago en realidad es un vol-au-vent, esta especie de caja, por lo general redonda, en masa de hojaldre. Para quienes quieran leer con deleite la historia de esta singular masa, pueden hacerlo en estos dos enlaces:

La particularidad del hojaldre de Babette es que no se utiliza manteca sino grasa de ganso. Lo considero acorde en la paleta de sabores del plato, aunque me quedo con la manteca.

Aquí la receta definitiva y completa, para cuatro personas:

4 codornices deshuesadas, con sus cabecitas y los huesos de las patas.
200 g de foie gras
100 g de trufas
Masa de hojaldre, cantidad necesaria según el tamaño del ave
50 g de manteca
Vino Jerez, cantidad necesaria para levantar el fondo del ave.

Las codornices ya deshuesadas se rellenan con una tajada generosa de foies gras y una lámina de trufa negra. Se reconstruye el ave. Se las saltea con manteca, sal y pimienta. Reservarlas.

Se corta la masa de hojaldre como un vol au vent. La masa debe estar muy fría. Se colocan las aves en cada nido, colocándoles una banda de hojaldre que las cubra, por arriba, pero cuidando que la cabecita quede hacia afuera y las patas se vean o asomen.

Se pinta la masa con huevo batido y se cocinan los nidos hasta que el hojaldre se vea dorado, unos 20 minutos a 180 grados.

En la sartén donde se saltearon las aves, levantaremos ese fondo con vino Jerez y trufas picadas. Esta salsa es la que acompaña.
Se sirve todo bien caliente.... y VOILÁ.
Las codornices de la película, tal como se presentan



Variante del plato con decoración de hongos











domingo, 19 de mayo de 2013

La Fiesta de Babette, la película predilecta de Francisco.

De la experiencia única de un festín

Karen Von Blixen
Quien no recuerda esta película...Premiada con el Oscar a la mejor película Extranjera en 1987, de origen dinamarqués, guión adaptado del relato homónimo (1) de Isak Dinesen, seudónimo de Karen  Von Blixen, la baronesa de Out of Afrika. 

La premisa dramática del film consiste  en la liberación espiritual del dolor, considerado como premisa de vida a imitar de Cristo, a través de una cena francesa, suculenta, costosa y emblemática.

En el libro El Jesuita, conversaciones con el Cardenal Bergoglio (2), el nuestro ahora Papa y Obispo de Roma expresa:

"Sus protagonistas son personas que viven un exagerado calvinismo puritano, a tal punto que la redención de Cristo se vive como una negación de las cosas de este mundo. Cuando llega la frescura de la libertad del derroche en una cena, todos terminan transformados. En verdad, esa comunidad no sabía lo que era la felicidad. Vivía aplastada por el dolor. Estaba adherida a lo pálido de la vida. Le tenía miedo al amor"



El amor es dado por la cocinera, por la gran chef del Café Anglais en París, refugiada en casa de estas puritanas. Lo que ella entrega, amor, generosidad y dedicación, en la preparación de la cena, es en realidad un homenaje al Arte de la Cocina que ella, como artista que es, ofrece y consagrada.
Uno de los personajes y principal comensal, el General Lowenhielm, es la referencia que nos da la autora acerca de la información de lo que allí se está comiendo, de su importancia, valor y calidad artística.
En el pasaje más descriptivo, a este efecto, la escritora pone en boca de él:

El general Loewenhielm dejó de comer y se quedó inmóvil. Una vez más se sintió transportado a aquella cena en París, cuyo recuerdo le había venido a la memoria en el trineo. En ella habían servido un plato increíblemente suculento y recherché; en aquella ocasión le había preguntado el nombre a su vecino, el coronel Galliffet, y el coronel le había dicho sonriente que se llamaba cailles en sarcophague. Le había dicho además que el plato lo había inventado el chef del mismo café en el que estaban cenando, persona conocida en todo París como el genio culinario más grande de su tiempo, que –sorprendentemente- ¡era una mujer! “Y en efecto”, había dicho el coronel Galliffet, “esta mujer está convirtiendo una cena en el Café Anglais en una especie de aventura amorosa..., ¡en una aventura sentimental de esa noble y romántica categoría en la que uno ya no distingue entre el apetito corporal o espiritual y la saciedad! Antes de ahora, he sostenido un duelo por una hermosa dama. ¡Por ninguna otra en todo París, mi querido amigo, habría derramado más gustosamente mi sangre!”

Los que saben comer y vivir reconocen cuando están frente a una obra de Arte.

La Cena Francesa de Babette -y en este orden, inalterable por favor-.

Entrada de Sopa de Tortuga, acompaniada por vino Jerez, o amontillado.
Blinis Demidoff con caviar y crema agria, acompañados por champagne.
Ensaladas frescas.
Codornices en sarcófago de hojaldre, rellenas con foie gras, con salsa de trufas, acompañados con vino tinto de la zona de Borgoña.
Frutas variadas y frescas.
Quesos franceses varios acompañados de oporto.
Postre Baba al Rhum con higos frescos.
Aguardiente de orujo, de bajativo.
Café.

Las ensaladas entre los Blinis y las codornices sirven para refrescar el paladar. Así como las frutas, antes de los quesos y luego de las aves. Luego de los quesos, fuertes en algunos casos, el postre se deleita con esplendor. 
Este es el orden de aquella cena francesa y según las normas de la Alta Cocina de la época, finales del siglo 19. 

La sopa de Tortuga, inmensa en la película, está prohibida en algunos países, aunque algunos todavía conservan este platillo hecho con una especie de tortuga en particular (3). En honor a la sinceridad y contrariando ciertos gustos de esta exquisitez, yo no me atrevería a tomarla.

Pero me detendré en los Blinis, a los que considero superlativos. Esta especie de panecillos delicados y suaves, cocinados en sartén con manteca y de origen ruso. En algún momento hablaré de la cocina rusa, a través de la cuál se observa como el pueblo, en esos rigurosos climas, se alimentaba de lo que lograba arrancarle a la tierra y conservarlo. Sin embargo, es famoso el gusto de los zares y, especialmente, de Catalina de Rusia, en su admiración por todo lo francés, incluido su idioma, el que ella conocía a la perfección y se carteaba con los reyes franceses en su idioma original. Los Blinis rusos son parte de esta exquisita devolución de gentilezas y admiraciones.

El señor Anatole Demidoff era una empresario siderúrgico ruso, de los Urales, quien pasaba largas estancias en París y Florencia, en una casa que construyó su padre cuando fue embajador ruso en la Toscana. Llegó a casarse con la sobrina de Napoleón, Matilde. Su suegra, era prima del zar Nicolás 1 de Rusia.
En definitiva, la influencia está probada por la historia común de estos personajes y por las relaciones internacionales entre Rusia y Francia.

Pues bien, estos Blinis llevan su nombre y su impronta de ruso, ya que estos panecillos sirven comer el caviar. En esta receta son acompañados por crema ácida, una mezcla de crema montada con un poco de yogurt, en mi versión simplificada.

Como hacer los Blinis

Ingredientes
160 g de Harina.
15 g de levadura.
2 huevos
230 g de leche.
200 g de crema para montar.
sal a gusto.

Templar la leche y agregarle la levadura. Dejar esponjar o levar.
Montar las dos claras a punto nieve. Montar la crema, a la que se le habrán agregado las dos yemas. 
Agregar la harina a la leche con levadura, que estuvo en reposo y la crema con las yemas. Por último, y con delicadeza, agregar, sin batir, las claras a nieve. Dejar reposar unos minutos.

Si no tiene la sartén para blinis, use un aro de 10 cm de diámetro sobre una sartén de teflón.
Se fríen en manteca.
No deje que se enfríen, manténgalos al calor tibio.
Esparza con generosidad el caviar y por arriba, la crema ácida. Algunos le espolvorean cebolla cortada cruda y jugo de limón. Pruebe el que más le gusta.






Son una exquisitez superlativa. Prueben hacerlos y disfrútenlos en honor a Babette...quién al confesar que ya no tenía dinero, porque lo había gastado en la cena, le dice a una de las puritanas:

- ¿Pobre? –dijo Babette. Sonrió como para sí-. No, nunca seré pobre. Ya os he dicho que soy una gran artista. Una gran artista, Mesdames, jamás es pobre. Tenemos algo, Mesdames, sobre lo que los demás no saben nada.

Picasso hubiera dicho lo mismo.




Agarrando los libros, que no muerden...

jueves, 16 de mayo de 2013

La Cebolla y sus Nanas...La Sopa pobre de Cebollas y queso.

Miguel Hernández, poeta español, preso del Franquismo durante la Guerra Civil , escribe, desde la cárcel de Torrijos, Las Nanas de la Cebolla, a su mujer y su hijo de siete meses. Ella solo come pan con cebolla hervida...y su lactancia, a ese hijo, está consustanciada a través de esa sóla colación.

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

en la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre
escarchada de azúcar, 
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos,
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pones alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos 
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.

Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela, mi nino, en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla, 
tú, satisfecho.
No te derrumbes.

 No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.


Esta es la más trágica canciones de cuna de toda la literatura española.
Cebolla hervida y pan.
No me extraña ya que mi padre, César Rodríguez González, en su Galicia natal y con sus abuelos, comían una sardina entre tres, con papas y versas, durante la misma época. Pero ellos, en comparación, comían como reyes, en el fragor de la hambruna.

Es muy posible que Josefina, la mujer de Miguel Hernández, más que la leyenda de la cebolla hervida, hubiérase hecho una sopa de cebollas, tomándola con el pan, más que con una cuchara.

Los franceses también tienen una versión de esta sopa, la que era un plato humilde elaborado con ingredientes 'sencillos', a veces identificado con las épocas de la hambruna y la extrema pobreza.

Aquí mis dos recetas, extraídas de un libro  casi incunable, edición de 1926, pero redición del 1914...sencillamente Marta, Cocinera Criolla, propiedad de mi abuelo, César Rodríguez Pardo, jubilado como Jefe de Cocina del Hospital Vicente López y Planes de Gral Rodríguez, pcia de Buenos Aires, Argentina...primer Secretario Gral de ATE -Asociación Trabajadores del Estado-.
El libro de cabecera de mi Abuelo César Rodriguez Pardo


Sopa de Cebollas

Se cortan seis cabezas de cebolla blanca y se doran bien en bastante manteca, agregándoles sal y pimienta; se echa el caldo según los platos que se deseen y una copa de coñac. En la sopera se baten un poco tres huevos con las claras y perejil; se le pone el caldo hirviendo, revolviéndolo hasta que se mezcle bien, se le agregan rebanadas de pan tostadas y se sirve.


La Sopa de Cebollas Gratinadas Francesa


Para la preparación del plato se cortan muchas cebollas en forma de brunoise o juliana y posteriormente se sofríen en mantequilla o cualquier aceite vegetal. Algunas recetas añaden harina para espesar ligeramente con un roux, y vino blancojerez o brandy a voluntad. Todo ello se hierve posteriormente en agua o en un caldo ligero de hortalizas o de carne (ternera, buey o ave).
Se suele servir caliente en un cuenco o un tazón, con un poco de queso gruyère o emmental rallado. Se puede verter la sopa sobre una rebanada de pan colocada en el fondo del tazón, a la manera de las sopas medievales. La versión francesa dispone de una variante muy tradicional llamada gratinée (gratinada): una vez la sopa servida en los tazones, se cubre con una rebanada de pan blanco en la que se espolvorea queso rallado, y se gratina al gril o al horno para formar una costra dorada. Esta sopa se sirve como entrante en muchos restaurantes europeos. En la tradición francesa se sirve frecuentemente a altas horas de la noche o de madrugada, cuando se trasnocha.

La sopa, quizás el primer platillo creado luego de la invención del fuego, de la olla y la cocción de diversos ingredientes en agua. 
Comida de pobres, se dirá...Para los Franceses, sirve para combatir la resaca, o los efluvios de las bebidas alcohólicas, contemporáneamente. Pero nunca falta alguna época de carestía y hambruna, donde las sopas, son las reinas de la gastronomía.

Adoro las sopas...la primera comida del hombre, luego de haber descubierto el fuego y un recipiente, la Olla. Desde el neolítico, todavía perdura como una exquisitez.








Agarrá los libros que no muerden.

Sobre Miguel Hernández.
http://www.nidodepoesia.com/nanas1.htm

*La Cocinera Criolla. Marta. Luis Gili, Librero-editor. Barcelona. 1926.

http://es.wikipedia.org/wiki/Sopa_de_cebolla

Presentación y conjuro a la Diosa

Hestia, la diosa del Hogar y su Fuego Sagrado. Primera hija de los Titanes, Cronos y Rea. La primera que Cronos come al nacer y última en salir del cuerpo de su padre, luego que Zeus -su hermano- le diera el vomitivo a aquél, liberando a sus hermanos.

En la Teogonía de Hesíodo, se sabe que Hestia fue cortejada por Apolo, el Dios del Sol y por Poseidón. Pero obtuvo de Zeus la gracia de conservar su virginidad y la concesión de honores excepcionales, el ser objeto de culto en todas las casas de los hombres y en los tiempos de cualquier divinidad.

Hestia permanece en el Olimpo, mientras los otros dioses van y vienen por el mundo. Así como el hogar doméstico es el centro religioso de la morada, Hestia es el centro religioso de la mansión divina.
Sus atributos son la Lanza con el Fuego  Sagrado y la Cornucopia, el Cuerno de la Abundancia.

Hestia, también
 inventó el arte de construir, por lo que con ella finalizaban siempre las oraciones a los dioses. De ella dependía la felicidad conyugal y la armonía de la familia. Extendió su protección sobre los altares, los palacios de los gobernantes y, por analogía, sobre los estados entendidos como el hogar de cada pueblo. De ella, por tanto, dependía la armonía y la felicidad de los habitantes de una ciudad. Con el paso del tiempo incluso se amplió su protección a todo el universo, asumiendo que un fuego sagrado místico daba vida a toda la naturaleza. 
En sus templos (los pritaneos), situados en el centro de las ciudades al aire libre, se recibía a los embajadores extranjeros, siendo un lugar de especial culto y de asilo, hasta el punto que se los consideraba el templo de todos los dioses, pero presididos por Hestia. Cuando los habitantes de una polis partían para colonizar otras tierras, portaban una antorcha con el fuego del altar de Hestia, prendiendo con él el nuevo altar en la colonia, como símbolo de unión con la metrópoli. Si este fuego se apagaba, no podía volver a ser encendido con medios tradicionales, sino que se establecía un rito sagrado y se encendía uno nuevo mediante fricción o con cristales calentados al sol.
En el Fedro, Platón nos dice que Zeus divide a todos los dioses, semidioses y criaturas divinas en 12 escuadrones capitaneado por un dios olímpico. Sin embargo, solo once salen del Olimpo, quedándose el de Hestia en la morada de los dioses. Cuando Hestia cede su puesto a Dionisio, este escuadrón se une a los restantes. 

Hestia es una Diosa sin mitos, sin aventuras...confinada, por su voluntad y placer, a la cocina y su fuego sagrado en el Olimpo, cediéndole a Dioniosio su lugar en el mundo de los hombres. No obstante, es ubicua en cada hogar y en cada pueblo. Y no se levanta ningún templo, ni en las crónicas de Hesíodo ni en ninguna Teogonía, sin que se le rinda homenaje y consagración.

Como las Amas de Casa, las guardianas del fuego del Hogar...un lugar sencillo pero no equiparable a ninguna fama mundana...ni aún de los Dioses.

Por qué este Blog de Cocina? por qué uno más a los millones que existen? Porque desde el Inconsciente Colectivo, a través de todas las eras, llegan estas señales de mi lugar en el mundo y para el mundo. 

Presuntuosa, sí...pero desde el lugar más olvidado y, sin embargo, más evocado por todos:  el Hogar y su Fuego Sagrado.

Bienvenida y Conjurada Hestia, Diosa del Hogar, de la Cocina, de la Arquitectura y del fuego primero de los hombres, aquél que los alimentó y les dio calor.

Dedicado a mis ancestros, cocineros algunos, boticario mi padre, Diosa del Hogar mi madre, a la que tengo conmigo. A mis Tías Segundas, Teresa y Lucrecia García, eximias cocineras y guardianas del Fuego Sagrado del Hogar...esa fue su profesión de fe, aunque no lo admitieran jamás.



Agarrá los libros que no muerden, porque cada uno de ellos es una aventura y un universo en sí mismos.

http://www.todoebook.net/ebooks/ClasicosGriegos/Hesiodo%20-%20La%20Teogonia%20-%20v1.0.pdf
* La Rama Dorada de J. Frazer. Fondo de Cultura Económica 8va Reimpresión de la 2da Edición 1951. México.
* Diccionario de Mitología Griega y Romana Pierre Grimal. Ed. Paidós. 1ra Edición.5ta Reimpresión.Buenos Aires.